Los Viejos Amigos en Billboard: un reconocimiento al legado de Martín Valverde
El pasado 13 de agosto de 2025, la revista Billboard publicó la lista “Los 30 mejores álbumes cristianos en español de todos los tiempos”. Para quienes hemos seguido y sido parte de la historia de la música cristiana desde sus orígenes, esta noticia es un hito histórico.
Por primera vez, una publicación de alcance global reconoce la trayectoria de un movimiento que durante décadas vivió fuera del foco. En los 80 y 90, la música cristiana en español se difundía en cassettes copiados, poca distribución legal, conciertos improvisados y retiros.
Los Latin Grammy no creó una categoría específica para música cristiana en habla no inglesa hasta 2001, cuando el P. Marcelo Rossi ganó el primer galardón.
Hoy, sin embargo, la historia cambia: la música cristiana tiene un lugar propio y, dentro de esa memoria, “Los Viejos Amigos” de Martín Valverde ha sido incluido en esta lista de Billboard. Pero este artículo no es para hablar de Billboard, sino para entender por qué este álbum marcó un antes y un después.
Más que una lista, una memoria colectiva
Antes de hablar del disco, es importante entender qué significa esta selección. La lista de Billboard es cronológica, no jerárquica. No hay criterios estéticos ni doctrinales: se incluyen producciones católicas, evangélicas, pentecostales, bautistas… Es solo música para Cristo.
Este detalle es fundamental. La música cristiana contemporánea —desde finales de los 60— creció en paralelo entre distintas denominaciones. Nació junta, se nutrió por separado y, sin embargo, creció de forma conjunta. No se puede contar la historia de una tradición sin reconocer la influencia de la otra.
Por eso, aunque la lista es justa, también deja fuera nombres y producciones que marcaron generaciones. Entre ellas, sería imposible no mencionar:
La serie “Quiero Alabarte”, cuyas canciones —Canta Aleluya al Señor, Busca primero el Reino de Dios, Oh, deja que el Señor te envuelva— trascendieron templos y credos.
El disco “Ven Espíritu Santo” de Luis Alfredo Díaz (1976), primera producción carismática en español, que regaló himnos como Yo no soy nada y del polvo nací y Ven Espíritu Santo, envía desde el cielo un rayo de tu luz.
Para comprender la relevancia de “Los Viejos Amigos” hay que hacer memoria y desvelar los hilos que conectan a Valverde con toda esta historia.
Algo importante: a Martín nunca le han gustado las premiaciones. Lo sé de primera mano: lo he escuchado decir en varias ocasiones y sé que ha rechazado nominaciones y premios por convicción personal. Sin embargo, el 2025 le ha sido significativo: además de aparecer en la lista de Billboard, también recibió un Catholic Music Award por su trayectoria. Y, aunque él huya de los reconocimientos, este hito se suma a su legado.
Los primeros pasos: de Costa Rica
Para entender la historia de “Los Viejos Amigos”, hay que retroceder varios años. Martín Valverde nació en Costa Rica y su conversión ocurrió en un movimiento juvenil ecuménico, cercano a su casa. Desde esos primeros encuentros aprendió algo que marcaría toda su música: la fe no entiende de credos cuando se trata de alabar a Cristo.
En esos años fundó y formó parte de la banda Dynamis. Aunque en aquel tiempo no era la voz principal, ya componía canciones que más tarde serían emblemáticas, como No Estoy Solo, En Esos Momentos y Lo Más Especial. En Dynamis se sembraron las primeras semillas de todo lo que vendría después: la experiencia de grabar, producir, hacer arreglos y, sobre todo, entender la música desde dentro.
De Costa Rica a México
A mediados de los años 80, la historia dio un giro. Martín llegó a México, invitado por el P. Alfonso Navarro, fundador del Sistema Integral de la Nueva Evangelización (SINE). Su primera parada fue la Ciudad de México, justo en medio del devastador sismo de septiembre de 1985. Allí, siendo parte del equipo de SINE, conoció a Elizabeth, quien años después se convertiría en su esposa.
Ted Sandquist y el Jesus Movement
En 1987, la historia de Martín dio un giro inesperado. Fue invitado a adaptar al español las canciones del pionero evangélico Ted Sandquist, una figura clave del Jesus Movement* en Estados Unidos.
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Ted Sandquist |
(*El Jesus Movement (Movimiento de Jesús o Jesus People) fue un avivamiento cristiano nacido en California a finales de los años 60. Jóvenes músicos y comunidades enteras descubrieron a Cristo y empezaron a expresarlo con un lenguaje cercano, moderno y contracultural, dando origen a la primera gran ola de música cristiana contemporánea.)
Así nació “Los Atrios del Rey”, la versión en español de The Courts of the King.
La grabación fue histórica. En un estudio de Nueva York, coincidieron en la misma sesión John Michael Talbot (católico), Phil Keaggy, el propio Sandquist y un jovencísimo Danilo Montero. Imaginen lo que eso significaba en los años 80: músicos católicos y evangélicos creando juntos, cuando casi nadie hablaba todavía de ecumenismo en la música cristiana.Cuando Martín me contó esta anécdota por primera vez y yo me imaginaba aquella reunión, pensé:
“Fue como si los Beatles invitaran a los hermanos Gallagher de Oasis para grabar juntos nuevas versiones de sus canciones.”
Esa experiencia le dejó a Martín dos aprendizajes que marcarían toda su carrera: el valor de la colaboración y la certeza de que era posible hacer música cristiana de calidad internacional.
De Ciudad de México a Tehuacán: los amigos que inspiraron Los Viejos amigos
En 1988 tras la experiencia de grabar con Ted Sanquist, Martín se mudó a Tehuacán, Puebla —mi ciudad natal—, donde vivió durante un año. En ese tiempo, montó una pequeña librería cristiana en el centro de la ciudad —en lo que hoy es una óptica— y comenzó a recorrer el país con su guitarra, cantando en encuentros juveniles y comunidades.
Ese año en Tehuacán fue clave. Mientras seguía dando conciertos en distintas partes de México, Martín también forjó amistades profundas, de esas que trascienden el tiempo. Fueron precisamente esas relaciones las que, años después, inspirarían la canción que da nombre al disco: “Los Viejos Amigos”.
De Tehuacán a Guadalajara: Evangelización 2000
En 1989, la historia dio un giro decisivo. José "Pepe" Prado Flores, coordinador del proyecto Evangelización 2000, escuchó hablar de Martín a través de Jesús, responsable de Publicaciones Kerygma en Ciudad de México. Sin conocerlo en persona, Pepe lo llamó y lo invitó a formar parte del equipo de música y jóvenes del movimiento, cuya sede estaba en Guadalajara.
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Martín Valverde y Pepe Prado |
En julio de ese mismo año, Martín dejó Tehuacán para mudarse definitivamente a Guadalajara. Desde allí comenzó a acompañar a Pepe Prado en viajes misioneros por varias partes del continente y España, llevando su música como parte de la labor evangelizadora.
Fue una etapa de intensa creatividad y aprendizaje, rodeado de pioneros como Richard Mishler, uno de los grandes compositores de la Renovación Carismática, autor de canciones como Cantaré Alabanzas al Señor y Espíritu Santo, ven. Richard, que por entonces vivía como misionero en México, pidió a Martín que produjera algunas de sus canciones al español. Así nació un proyecto clave: “Cantaré Alabanzas al Señor”.
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Richard Mishler y al fondo su esposa Carolina |
El encuentro con Fernando Quintana
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Fernando Quintana. |
Produciendo el álbum de Mishler, Martín necesitaba una caja de ritmos —algo difícil de conseguir entonces—. Le dijeron que en Guadalajara solo había dos personas que tenían una. Una de ellas era Fernando Quintana.
Martín llegó, le mostró las canciones, y Fernando comenzó a tocarlas al piano… ya las conocía. Él también había pasado por la Renovación Carismática y las melodías le eran familiares. Ese encuentro fue decisivo: nació una sociedad creativa que marcaría el resto de la carrera de Martín.
Piedra Angular: el puente invisible
Para que “Los Viejos Amigos” llegara a tantas personas, también fue clave el papel de Piedra Angular Producciones. Fundada por Arturo Allen, esta editora y distribuidora evangélica mexicana fue el puente entre artistas, denominaciones e idiomas.
Ellos publicaban la revista IPI (Información Punto Inicial), que para quienes vivíamos la música cristiana en los 80 y 90 era una referencia obligada. Aún recuerdo sus ediciones con entrevistas, reseñas, formación… y, sobre todo, sus samplers en cassette. Tenías ahí canciones como Gloria de Martín, Renuévame de Marcos Witt, temas de Steve Green y de muchos más cantantes y grupos. Los escuchábamos hasta desgastarlos.
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Revista IPI N. 19 - Martín Valverde (esq. inf. izq.) en portada junto a Marcos Witt. |
Gracias a Piedra Angular, producciones como “Solo para niños” “En Esos Momentos” y “Los Viejos Amigos” alcanzaron difusión internacional. Además, sirvieron de plataforma para otros artistas, conectando a músicos católicos y evangélicos en un ecosistema creativo compartido.
“Los Viejos Amigos”: un punto de inflexión
En 1991, Martín fundó Producciones Dynamis y asumió, por primera vez, la producción ejecutiva de su música (En el album “En esos momentos” la producción ejecutiva estuvo a cargo de Ted Sandquist.) La primera gran obra bajo este sello fue “Los Viejos Amigos”.
El disco no solo consolidó el sonido Quintana, sino que reunió canciones que se convirtieron prácticamente en himnos:
- Nadie te ama como yo
- Ten calma
- Sigue
- Si tú cansado estás
- Te alabo en verdad
- Los Viejos Amigos
Escucha Los Viejos Amigos en Spotify
Cada una marcó a miles de creyentes. En mi caso, Sigue fue una revelación: la escuché siendo adolescente, en medio de una etapa difícil, y terminé de rodillas, llorando, con la sensación de que alguien me susurraba: “Sigue, vamos, sigue hermano”.
“Los Viejos Amigos”, la canción que da nombre al disco, es un homenaje íntimo. Martín la escribió recordando a la familia que lo acogió durante su año en Tehuacán. Ese tiempo de hospitalidad y amistad verdadera dejó una huella profunda, convertida hoy en melodía.
Un legado que trasciende listas
La inclusión de “Los Viejos Amigos” en la lista de Billboard es un acto de justicia histórica. Pero el verdadero valor de este álbum no está en el reconocimiento, sino en lo que ha sembrado: consuelo, fe, unidad y esperanza.
Recuerdo, en Roma, durante el encuentro ecuménico de Charis, conocí a un hombre evangélico llamado Daniel que me dijo:
“Yo me convertí a Cristo escuchando Lo Mejor en Concierto 1, sobre todo con "Nadie te ama como yo". Tenía que ponerlo a escondidas de mi iglesia… ”.
Esa es la fuerza de la música de Martín: trasciende credos, fronteras y generaciones. Existe una anécdota que lo ilustra bien. En una conversación con Marcos Witt, Martín le comentó:
— “No sabes cuántas veces se ha cantado ‘Renuévame’ delante del Santísimo.”
A lo que Marcos respondió con una sonrisa:
— “¿Y qué me dices de ‘Gloria’? Aquí también la cantamos.”
Dos tradiciones, dos caminos, un mismo señor.
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Marcos Witt y Martín Valverde |
Hoy, Billboard le pone un marco a esa historia. Pero quienes crecimos con estas canciones sabemos que el verdadero premio está en lo que han hecho en nosotros: acompañar, consolar, invitar a seguir adelante.
Conclusión: un parteaguas en la historia de la música cristiana
La grabación de “Los Viejos Amigos” no fue un hecho aislado: es la conjunción de varios acontecimientos y procesos en la vida de Martín.
Fue la primera producción de su propia casa productora, Dynamis, y el inicio de una relación musical irrepetible con los hermanos Quintana, cuyo “sonido” ha acompañado la música de Martín hasta hoy.
Es también el fruto de una experiencia ecuménica que comenzó en el movimiento juvenil cristiano de su natal Costa Rica. Aquellos años le enseñaron a Martín a tender puentes entre denominaciones, a colaborar con libertad y, al mismo tiempo, a vivir una identidad católica firme. Esa apertura natural hizo posibles colaboraciones clave: desde el trabajo con Ted Sandquist, hasta la producción de “Cantaré Alabanzas al Señor” de Richard Mishler, pasando por el apoyo de Piedra Angular en la distribución y difusión de su música.
“Los Viejos Amigos” reúne gran parte del repertorio esencial en la historia de Martín. Y más que un simple álbum, se convirtió en una inspiración: miles de músicos de habla hispana quisieron hacer música como la de Martín —con mensaje, predicación, humor y calidad musical—.
Por eso, esta producción es mucho más que un disco. Es un documento histórico que marcó un antes y un después en el ministerio de Martín y en la música católica contemporánea. Es, sin duda, “la producción” que cambió todo en la historia de su música… y en la de todos nosotros.

Un agradecimiento y reconocimiento personal
Gracias, Martín, por abrir camino, por escuchar al Espíritu, por ser mentor, influencia y amigo. Gracias, en lo personal, por las puertas y el respaldo que me has dado siempre. Doy gracias a Dios por tu vida, tu ministerio y por el privilegio de contar con tu amistad.
Porque, como dice tu propia canción: “Los viejos amigos no quedan atrás, siguen viviendo y aun ellos saben que tienen guardado un lugar muy dentro de mi corazón.”
Hoy, más que nunca, esa letra cobra sentido. “Los Viejos Amigos” no es solo un disco: es un testimonio vivo de fe, de comunidad, de caminos que se cruzan y permanecen. Es memoria y presente, es música y vida.
Dios te bendiga, viejo amigo. Y que el eco de tus canciones siga abriendo corazones y sembrando esperanza por muchos años más.
Roberto Vega
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